Plebiscito de 1988 en Pichilemu y Cardenal Caro: la provincia que dijo “No”

La madrugada del 6 de octubre de 1988 encontró a Chile en una expectación contenida. El día anterior, millones de ciudadanos habían acudido a las urnas en el histórico plebiscito que definiría la continuidad del régimen militar de Augusto Pinochet o la apertura hacia un camino democrático. En la provincia Cardenal Caro, como en gran parte del país, la jornada del 5 de octubre estuvo marcada por la masiva participación, un ambiente de civismo y el silencioso pulso entre las opciones y No.

Los resultados provinciales fueron estrechos, pero significativos: el No obtuvo 11.181 votos frente a 11.118 del Sí, con 294 votos blancos y 230 nulos. De los 23.821 electores inscritos en Cardenal Caro, participaron 22.823, una cifra que revela el carácter excepcional de aquella jornada. Por comunas, Navidad, Paredones y Pichilemu optaron por el No, mientras que Litueche, La Estrella y Marchigüe se inclinaron por el Sí.

En Pichilemu, la balanza se inclinó también hacia la opción contraria a la continuidad de Pinochet. Según los registros oficiales, el No obtuvo 3.154 votos frente a 3.001 del Sí, con 73 votos blancos y 92 nulos. Participaron 6.320 personas de un total de 6.668 inscritas. Las mujeres dieron mayoría al Sí (1.538 contra 1.275), mientras que los varones fueron determinantes en el triunfo del No (1.879 contra 1.463).

Una jornada tranquila, pero intensa

La mañana del plebiscito comenzó temprano en Pichilemu. Al igual que en todo el país, el acto se desarrolló “en general, tranquilo, ordenado”, como consignó el periódico local Pichilemu en su edición de noviembre de 1988. Sin embargo, no estuvo exento de dificultades logísticas.

El local de votación de mujeres, ubicado en la Pista Municipal, resultó “inapropiado para que sufragaran las mujeres”, produciéndose aglomeraciones que dificultaron el acceso. La solución vino de manera espontánea: “alguien dio la iniciativa de colocar en cartón el número de cada mesa, nueve en total, identificando a cada fila fuera del local”, lo que permitió ordenar el ingreso paulatino.

En la Escuela E-367, donde votaban los hombres, la situación fue distinta: largas filas, pero sin desórdenes. Uno de los episodios más comentados de la jornada lo protagonizó el empresario Francisco Javier Errázuriz, inscrito en Pichilemu. Llegó a la mesa número 9 “sin hacer la fila, pero fue conminado a que la hiciera”. Luego intentó votar presentando solo su carné electoral, sin su cédula de identidad, que había olvidado en Santiago. Solo pudo sufragar minutos antes del cierre, cuando un piloto de su avión la trajo desde la capital exclusivamente para ese propósito.

El pulso en las mesas y la expectación vespertina

Durante la tarde, la expectación creció a medida que se desarrollaban los escrutinios. Vecinos y vecinas se agolpaban en cada mesa para conocer los resultados parciales. “Muchos quisieron saber por sí mismo quién ganaba en la mesa en que cada uno había votado”, narraba la crónica local.

En las mesas de mujeres, el Sí prevaleció en la mayoría: 1, 2, 3, 4, 5, 7 y 9. El No triunfó en las mesas 6 y 8. En cambio, en las mesas de varones el panorama fue claramente opositor: el Sí ganó solo en la mesa 1; en las diez restantes, el triunfo fue para el No. Las reacciones fueron inmediatas: “Por un lado la alegría y satisfacción y, por otra, el desencanto y desilusión”, se leía en la edición.

Una celebración inédita en la avenida Ortúzar

Tres días después, el sábado 8 de octubre, la ciudad balneario fue escenario de una celebración inédita y multitudinaria. Al caer la noche, cientos de personas confluyeron en la esquina de avenida Ortúzar con Manuel Montt, frente a la casa del Comando del No, para festejar el resultado.

El acto, que se extendió por casi tres horas, comenzó cuando un camión —decorado con los colores del arcoíris, símbolo de la campaña— se estacionó atravesando la calle, portando una gran bandera chilena. Sobre el vehículo se montó un escenario improvisado con equipos de sonido. Artistas locales, grupos musicales y solistas animaron la velada, que fue intercalada con discursos de dirigentes juveniles y políticos opositores.

Miguel González Carvacho, militante del PPD, declaró: “El derrotado aquí fue el general Pinochet, no las Fuerzas Armadas ni los partidarios que lo apoyaron”. Recordó un gesto que conmovió a muchos esa jornada: “La primera felicitación que recibí el día del Plebiscito, cuando quedó claro que también en Pichilemu habíamos ganado, fue el abrazo de un uniformado. Sí, fue del oficial encargado del contingente en el local de votación de mujeres”.

Sonia Cordero (PPD) y Victoria Romero (PDC) agradecieron la participación ciudadana y llamaron a las mujeres a involucrarse activamente en la etapa política que se abría. Hernán Garrido Salas (PDC) habló de “una puerta para reivindicaciones de los trabajadores y un futuro con más posibilidades para la juventud”, mientras que Jorge Vargas González, entonces dirigente estudiantil pichilemino, posterior alcalde DC, hoy consejero regional por la UDI, de derecha, hizo un llamado a la autonomía local: “No podemos permitir que nos designen a las autoridades. Acá y afuera, nosotros los pichileminos tenemos a gente capacitada para asumir responsabilidades y somos nosotros quienes tenemos que elegirlos”.

El acto concluyó en calma, sin incidentes, marcando un hito en la vida pública local tras quince años de régimen autoritario.

Entre la sorpresa y la resignación

René Maturana, alcalde de Pichilemu entre 1984 y 1992

El resultado no fue bien recibido en sectores partidarios del Sí. El alcalde René Maturana, autoridad designada en el cargo, manifestó su “profunda extrañeza” por el resultado en la comuna, que a su juicio no reflejaba la “serie de realizaciones efectuadas por el gobierno”.

“Aquí se ve que no hay un sentimiento de gratitud, no se valora la serie de realizaciones efectuadas por el gobierno, puesto que no sólo aquí se ha invertido cualquier cantidad en obras que antes ningún otro gobierno ni políticos hicieron nada por realizarlas”, declaró.

Maturana sostuvo que influyeron otros factores, como el voto de trabajadores provenientes de otras regiones y el temor a cambios políticos. Incluso señaló que “hay gente que votó no y que me ha dicho que están arrepentidos y que hoy sienten temor que lo conseguido se estanque”.

Otros partidarios del Sí hicieron sus propios análisis. Un comerciante local había pronosticado semanas antes una victoria aplastante, incluso cifrando el resultado en “72% en el mejor de los casos, 56% en el peor”. Tras la derrota, reconoció su sorpresa. Fernando Espinoza Polanco, dirigente juvenil del Comité por el Sí, atribuyó parte de la caída al descontento por los bajos salarios agrícolas y forestales en las propiedades de Francisco Javier Errázuriz y a la frustración de cientos de familias sin casa, que se habían inscrito en un proyecto habitacional que nunca se concretó.

Observadores y el clima cívico

Francisco Pozueta Mate

La jornada pichilemina fue observada por figuras internacionales, entre ellas el senador español Francisco Pozueta Mate, del Partido Nacionalista Vasco, autodefinido como anticomunista. Invitado por el dirigente local Mario Bichón, Pozueta quedó “tremendamente encantado por el clima de convivencia y tolerancia” entre partidarios de ambas opciones.

El parlamentario destacó el saludo cordial y recíproco entre pichileminos, independiente de su postura política, y se mostró sorprendido por la civilidad del proceso.

Un día que marcó la historia local

La editorial del periódico Pichilemu de noviembre de 1988 resumió el espíritu de la jornada:

“El 5 de octubre pasado la ciudadanía de nuestro país, conformada por más de 7 millones de chilenos electores, pudo manifestar —tras 15 años de gobierno militar— su decisión soberana en las urnas en forma secreta e informada, con el respaldo de vocales de mesa y, sobre todo, de apoderados que dieron garantías del desarrollo normal del proceso. […] En una jornada ejemplar, la mayoría ciudadana expresó su sentir y voluntad; optando por la alternativa que permitirá a todos los ciudadanos elegir a un Presidente de la República en elecciones abiertas con más de un candidato”.

Para Pichilemu y la provincia Cardenal Caro, aquel día no fue solo un hito nacional, sino también una demostración de civismo local, de tensiones políticas en terreno y de un despertar comunitario tras años de silencio forzado. En sus calles, en las filas frente a las urnas y en las celebraciones nocturnas, se respiró la sensación de que algo histórico estaba cambiando.