La fundación de la escuela de Ciruelos, pionera en la costa colchagüina

En el corazón de la localidad rural de Ciruelos, en Pichilemu, se erige un símbolo de la perseverancia: su escuela. Este 2024, la Escuela de Ciruelos celebró su 170.º aniversario, recordándonos un hito trascendental en la historia de la educación en la comuna de Pichilemu y en la provincia Cardenal Caro. Su fundación en 1854 no solo marcó el inicio de la instrucción formal en esta zona costera, sino también marca el compromiso de una comunidad que luchó con tenacidad por sacar a sus hijos de la oscuridad de la ignorancia.

La creación de la escuela fue impulsada por un informe detallado del visitador provincial José Santos Rojas en 1853. A mediados del siglo XIX, la costa entre los ríos Cachapoal y Mataquito, la provincia de Colchagua, era un territorio de contrastes. Poblaciones como Cáhuil, Navidad, El Rosario o La Estrella, aunque habitadas por miles de personas, carecían de acceso a la educación. El visitador provincial José Santos Rojas retrató esta realidad con crudeza en 1853, describiendo con gran emotividad la falta de escuelas y las súplicas de los vecinos por una educación para sus hijos. En palabras del visitador: “¿Cómo no gemir el hombre que se precia de ser chileno al saber que en las poblaciones de la costa […] no ha habido jamás una pobre escuela para que se desbarbaricen las generaciones nacientes?”. La situación era crítica: el distrito de Cáhuil contaba con más de 1.600 habitantes, muchos de ellos niños en edad escolar, pero carecía de infraestructura educativa.

La respuesta llegó desde el propio pueblo. Ante la visita de Rojas, los vecinos de la viceparroquia de Cáhuil, con su cabecera en Ciruelos, mostraron una movilización ejemplar. Liderados por Hermenejildo Valenzuela, inspector del distrito, organizaron una suscripción voluntaria para construir una casa-escuela y dotarla de los recursos necesarios. La carta enviada por Valenzuela al visitador provincial refleja el fervor: “Los vecinos […] creen con seguridad alcanzar dicha gracia del supremo gobierno […] animados del más ardiente entusiasmo por la educación, están dispuestos a toda costa no omitir gasto alguno”.

El apoyo fue unánime. Un importante número de vecinos, incluyendo al subdelegado José Basilio Parga y el párroco Rafael Jofré, ofrecieron dinero, materiales e incluso una vaca. En una muestra extraordinaria de solidaridad, donaron 98,7 pesos y hasta una vaca, mientras ofrecían sus propias casas como aulas provisionales.

Gracias a estos esfuerzos, el gobierno de Manuel Montt emitió un decreto el 22 de febrero de 1854, oficializando la creación de una escuela en la viceparroquia de Cáhuil, junto a otras en la provincia de Colchagua. El documento detallaba que los vecinos proporcionarían el local y los recursos iniciales, mientras el Estado asignaría un maestro con un sueldo anual de 240 pesos.

El decreto estableció que en estas escuelas se impartirían gratuitamente conocimientos básicos, como lectura, escritura, geografía, aritmética y doctrina cristiana. La escuela de Ciruelos permitió que generaciones de niños tuvieran acceso a la educación, superando las barreras de distancia y pobreza que habían caracterizado a la zona costera de Colchagua.

Pronta a celebrar su 171.º aniversario, la Escuela de Ciruelos es un testimonio de resistencia, un faro que ilumina. Su historia recuerda que, incluso en los rincones más olvidados, el anhelo por el conocimiento puede mover montañas.

Puedes leer más sobre mi hallazgo del decreto fundacional en este artículo de abril de 2024.